Ya tenemos con nosotros los días navideños, nada extraño, igual que todos los anos. Los días de recordar la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesús. Días de meditación, de ir a la casa de Dios a escuchar misa, sermones; confesarse con el cura o el pastor para arrepentirse de los pecados y las maldades cometidas. Días de sonreír, de ser felices y dar gracias al todo poderoso por todo lo que nos ha dispensado durante el año. Época de fiestas, regalos, bebidas, alimentos; reuniones en familia, entre amigos; días de recordar los que nos dejaron a destiempo. Pero también días reflexión, de escarbar en lo más recóndito de nuestros corazones si realmente hemos sido buenos y honestos con nosotros mismos y con nuestros congéneres, y si estamos dispuestos a sacrificarnos, de corazón, aun sea un poquito por aquellos que de una manera u otra necesitan de nosotros en algunos momentos de sufrimiento.
Es el tiempo de replegarse un momento a la soledad y meditar sobre la justicia divina o la justicia que se impone el mismo ser humano, un momento para purgar nuestro espíritu, para lavar nuestra conciencia, autocriticarnos y ser sinceros con nosotros mismos. Conversar en lo más íntimo con nuestro propio yo acerca de los males y las miserias que nos rodean. Que podemos hacer para mejorar un poco este mundo.
Yo, en lo particular, pediría a Dios que si tiene para mí, que no me dé demasiado; que una gran parte la destine para aquellos que claman en el mundo por justicia; por alimento, educación, ropa; por medicina. Que no haya tanta mezquindad en el ser humano. Pedirle a papa Diosito que la felicidad debe ser equitativa para cada individuo que el mismo creo. Que torne un poco su mirada hacia nuestros países de América donde tantos niños ambulan por las grandes ciudades pidiendo un mendrugo de pan y abrigo, amor y comprensión, donde se abusa de ellos en todo el sentido de la palabra. Que detenga tantos crímenes que se cometen contra nuestros pueblos indígenas. Que los pueblos de África claman por su presencia, donde cada año mueren por miles de hambre y enfermedades, o por guerras de limpieza étnica, como si no fuéramos todos dueños de este precioso planeta que fue creado para nosotros.
Diosito no dejes al ser humano a la deriva, a veces pienso que no estás conforme con nosotros, llegando a creer que estarás formando otros mundos en el infinito universo con seres que realmente te obedezcan, con los que te sientas mas gusto y mas conforme, seres que cumplan con tu palabra…….